El arte de elegir la miel perfecta para tu mate, té o café

mate

Mirá, esa pregunta me la hacen seguido en ferias: “¿Qué tipo de miel va mejor con el mate, el té o el café?”. Y la verdad es que entiendo perfectamente la duda, porque hoy en día hay muchos tipos de miel en el mercado, y no todas tienen el mismo sabor, ni la misma textura, ni se comportan igual cuando las mezclás con una bebida caliente. Así que está bueno tomarse un momento para charlar sobre eso y ayudarte a elegir la miel que más te convenga según lo que tomes todos los días.

Primero que nada, hay que saber que la miel no es toda igual. Cambia mucho según la flor de donde las abejas sacaron el néctar. Por eso vas a encontrar mieles más claras y suaves, como la de eucalipto o la de pradera, y otras más oscuras y con un sabor más intenso, como la de monte o la de algarrobo. También hay mieles con un gustito más mentolado, otras más frutales, algunas con una nota amarga al final. Todo eso influye mucho cuando la usás para endulzar una infusión.

Para el mate, por ejemplo, yo suelo recomendar una miel suave, de esas más claritas, como puede ser una miel de flores de campo o de trébol. Porque el mate ya tiene su propio sabor amargo, y si le ponés una miel muy fuerte, como una de monte oscuro, puede que se tapen los sabores y no se disfrute tanto. En cambio, una miel suave acompaña bien, endulza sin invadir, y deja que el sabor del mate siga siendo el protagonista. Eso sí, hay que ponerle apenas una cucharadita, porque si te pasás puede quedar empalagoso.

En el caso del té, depende mucho del tipo de té que tomes. Si es un té negro fuerte, como un Earl Grey o un té de desayuno, ahí podés usar una miel un poco más intensa, como una de eucalipto o incluso una de monte, si te gusta lo herbal. Pero si tomás té verde o té de hierbas, es mejor ir con una miel clara y liviana, que no opaque los aromas delicados. La miel de azahar, por ejemplo, va muy bien con infusiones suaves, porque tiene un perfume floral que combina lindo.

Ahora, con el café la cosa es distinta. No todo el mundo se anima a ponerle miel al café, pero los que lo hacen suelen buscar una miel que no cambie demasiado el sabor del café, sino que solo le saque un poco el amargor. Para eso, yo recomiendo una miel bien neutra, como una miel de girasol o de alfalfa, que son suaves y no tienen notas que compitan con el gusto del café. Si usás una miel muy aromática, como una de eucalipto, el café puede quedar raro, como con gusto a pastilla. Pero ojo, esto también va en gustos. Hay quienes disfrutan de esas combinaciones más osadas.

Un detalle que no todos saben es que la miel cambia con el tiempo. Una miel recién cosechada suele ser más líquida, y con el paso de los meses se va cristalizando. Eso no significa que esté vieja ni mala, al contrario, es un signo de que es pura. Pero para poner en el mate o en una infusión, muchos prefieren la miel líquida porque se disuelve más fácil. Si tenés una miel cristalizada y querés usarla igual, podés calentar apenas una cucharadita a baño maría, sin que hierva, y listo. No hace falta recalentar todo el frasco.

Otro punto a tener en cuenta es que no conviene poner la miel en líquidos demasiado calientes. Si el agua está hirviendo, algunas de las propiedades naturales de la miel se pueden perder. Lo ideal es esperar unos segundos después de que el agua hierve, o poner la miel una vez que la bebida ya está servida y un poco más tibia. Así conservás más el sabor y los beneficios.

En resumen, no hay una única miel que sea “la mejor” para todo. Depende mucho de lo que tomes y de tus gustos personales. Lo importante es elegir una miel de buena calidad, sin agregados, y animarse a probar distintas combinaciones hasta encontrar la que más te guste. Como apicultor, siempre digo que la miel es como el vino: cada una tiene su personalidad, y parte del disfrute está en descubrirla.


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