Es muy común que la gente me pregunte por qué la miel que compraron hace un tiempo, que al principio era bien líquida y dorada, ahora está espesa, opaca o incluso parece que se hubiera puesto “dura” o granulada. Algunos hasta piensan que se echó a perder, que ya no sirve o que le pasó algo raro. Pero no, nada más lejos de la realidad. Como apicultor con varios años de experiencia, te puedo asegurar que la cristalización de la miel es un proceso completamente natural y, de hecho, es una señal de que tenés una miel pura, sin agregados ni tratamientos industriales.
La miel es un producto que las abejas elaboran a partir del néctar de las flores, y está compuesta principalmente por azúcares naturales, sobre todo glucosa y fructosa. Dependiendo de la proporción entre estos dos tipos de azúcares, y también de la floración de donde proviene, algunas mieles tienden a cristalizar más rápido que otras. Por ejemplo, la miel de trébol o la de eucalipto pueden cristalizarse antes que otras como la de acacia, que suele mantenerse líquida por más tiempo. Pero todas, tarde o temprano, si son naturales, van a cristalizar.
Este cambio de estado no significa que la miel se haya estropeado. No se pudre, no se vence tan fácilmente y, si está bien conservada, puede durar años sin problemas. Lo que ocurre es que, con el tiempo, la glucosa empieza a formar pequeños cristales, y eso hace que la textura cambie. Puede ponerse más espesa, opaca, o incluso parecer que tiene granitos. A veces la cristalización empieza desde abajo del frasco y va subiendo. Es un fenómeno físico, no químico, y no afecta ni el sabor, ni las propiedades, ni los beneficios de la miel.
Ahora bien, entiendo que a algunas personas les resulta más cómoda o más atractiva la miel líquida, sobre todo para usar en infusiones, en yogur o para untar. Por suerte, si querés devolverle su estado fluido, podés hacerlo en casa de una manera muy sencilla y sin dañar el producto. Lo único que necesitás es un poco de paciencia y calor suave.
Lo mejor es colocar el frasco de miel dentro de un recipiente con agua tibia, no hirviendo, y dejarlo ahí un rato. El agua no debería superar los 40 o 45 grados, que es más o menos la temperatura de un baño caliente. Si el frasco es de vidrio, esto funciona muy bien. Si es de plástico, hay que tener más cuidado con el calor para que no se deforme. A medida que la miel se calienta suavemente, los cristales se van disolviendo y vuelve a su estado líquido original. Podés revolverla un poco con una cuchara limpia para ayudar al proceso. Lo importante es no calentarla directamente en el microondas ni someterla a temperaturas altas, porque eso sí puede afectar sus enzimas naturales y sus propiedades beneficiosas.
Hay quienes me preguntan si se puede evitar que la miel se cristalice. La verdad es que no del todo, pero sí se puede retrasar un poco. Por ejemplo, guardándola en un lugar fresco, seco y oscuro, lejos de la heladera. El frío acelera la cristalización, así que mejor mantenerla a temperatura ambiente, en un frasco bien cerrado para que no absorba humedad ni olores del ambiente.
También es importante saber que la cristalización no es un defecto, sino una característica natural. Incluso, hay personas que prefieren la miel cristalizada porque tiene una textura más cremosa y fácil de untar. Algunas marcas la venden así, ya batida, con una consistencia uniforme, y la llaman “miel cremosa” o “miel untable”. Es la misma miel, sólo que se ha controlado el proceso de cristalización para que sea más pareja.
En resumen, si tu miel se cristalizó, no te preocupes. Eso quiere decir que es auténtica, sin aditivos ni procesos industriales que alteren su naturaleza. Podés disfrutarla tal cual está, o devolverle su estado líquido con un poco de calor suave. Lo importante es saber que sigue siendo un alimento valioso, lleno de sabor y con todas sus propiedades intactas.
Como consejo final, te diría que cuando compres miel, tratá de elegir productores locales o apicultores de confianza. Así sabés que estás llevando a tu casa un producto puro, hecho con dedicación y respeto por las abejas. Y si alguna vez ves que la miel se cristalizó, en lugar de pensar que se arruinó, pensá que es una buena señal: tenés en tus manos una miel de verdad.
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