La verdad sobre la miel: ¿puede durar para siempre sin echarse a perder?

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Una pregunta que se escucha muy seguido es si realmente este alimento tan dulce y natural puede durar para siempre sin echarse a perder. Hay quienes dicen que nunca se vence, que podés tener un frasco guardado por años y va a estar igual que el primer día. ¿Será tan así? La verdad es que hay bastante de cierto en esa idea, aunque también conviene entender por qué sucede y qué cuidados hay que tener para que se conserve bien.

Lo primero que hay que saber es que este producto, elaborado por las abejas a partir del néctar de las flores, tiene unas propiedades muy particulares que lo hacen casi único en cuanto a su conservación. Tiene un contenido muy bajo de agua y una alta concentración de azúcares, lo que crea un ambiente poco amigable para las bacterias y otros microorganismos. En otras palabras, no es un lugar donde los bichitos que causan el deterioro de los alimentos puedan vivir y multiplicarse con facilidad.

Además, cuando las abejas la producen, también le agregan ciertas enzimas que ayudan a descomponer el néctar y transformarlo en algo más estable. Una de esas enzimas, por ejemplo, genera pequeñas cantidades de peróxido de hidrógeno, que actúa como un conservante natural. Todo esto hace que, si está bien almacenada, pueda mantenerse en buen estado durante muchísimo tiempo.

De hecho, se han encontrado frascos en tumbas del antiguo Egipto que, a pesar de tener miles de años, todavía estaban en condiciones de ser consumidos. Claro que no es lo más común tener un frasco guardado tanto tiempo, pero el dato sirve para demostrar cuán duradero puede ser este alimento si se lo cuida bien.

Ahora, eso no quiere decir que no pueda cambiar con el tiempo. Lo más habitual es que con el paso de los meses o los años se vuelva más espesa o incluso cristalice, es decir, que se formen pequeños cristales de azúcar y pierda esa textura fluida que tiene al principio. Esto no significa que esté en mal estado, ni mucho menos. Es un proceso natural y reversible. Basta con calentarla suavemente a baño María para que recupere su forma original. Lo importante es no calentarla demasiado, porque las temperaturas altas pueden afectar su sabor y sus propiedades.

Lo que sí puede pasar, y ahí hay que prestar atención, es que si se la expone a humedad o se la deja mal tapada, puede fermentar. Eso ocurre cuando entra agua del ambiente o del utensilio con el que la servimos, y entonces se crea un entorno en el que algunas levaduras pueden empezar a actuar. En ese caso, el olor cambia, se vuelve más ácido y puede aparecer una especie de espuma. Si notás algo así, lo mejor es no consumirla.

Por eso, la clave para que dure es guardarla en un frasco bien cerrado, preferentemente de vidrio, en un lugar fresco y seco, lejos de la luz directa y del calor. No hace falta meterla en la heladera, salvo que vivas en un lugar muy caluroso y húmedo. Y siempre conviene usar cucharas limpias y secas para evitar que se contamine.

También es importante saber que, aunque no se eche a perder en el sentido tradicional, con el tiempo puede perder algo de aroma o sabor. No es que se vuelva dañina, pero sí puede no estar tan rica como al principio. Por eso, si bien no tiene una fecha de vencimiento estricta, muchas veces los productores ponen una fecha estimada de consumo preferente, que indica hasta cuándo se garantiza que mantiene todas sus cualidades.

En resumen, se puede decir que sí, este producto natural tiene una vida útil muy larga y, en condiciones adecuadas, puede durar indefinidamente sin ponerse feo. Pero eso no significa que no haya que cuidarlo. Como todo alimento, necesita cierto respeto para que se mantenga en su mejor versión.

Así que si tenés un frasco viejo en la alacena y ves que está cristalizado, no lo tires. Probá calentarlo un poco y seguramente vuelva a estar como nuevo. Y si estás por comprar uno, elegí un envase que cierre bien y guardalo lejos del sol y la humedad. Es un alimento noble, que viene del trabajo incansable de las abejas, y vale la pena conservarlo como se merece.


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