Desmitificando la miel: ¿Calentarla la vuelve tóxica o es solo un mito?

Te con miel

¿Es cierto que calentar la miel la vuelve tóxica? Esta es una pregunta que muchas personas se hacen, sobre todo cuando ven que se cristaliza y quieren devolverle su textura líquida calentándola un poco. También surgen dudas cuando se la usa en infusiones calientes, en preparaciones de cocina o incluso cuando se la guarda en lugares templados. La idea de que algo tan natural y beneficioso pueda volverse dañino simplemente por subirle la temperatura genera preocupación, pero ¿qué hay de cierto en todo esto?

Primero, es importante entender qué pasa realmente cuando se la calienta. Como todo alimento natural, tiene una composición delicada. Contiene azúcares, enzimas, pequeñas cantidades de vitaminas, minerales y compuestos antioxidantes. Cuando se expone a temperaturas altas, algunas de estas propiedades pueden alterarse o perderse, especialmente las enzimas y los antioxidantes, que son sensibles al calor. Pero eso no significa que se transforme en una sustancia tóxica o peligrosa para la salud.

El mito de que se vuelve tóxica al calentarla tiene raíces antiguas. En algunas tradiciones orientales, como el Ayurveda, se decía que al calentarla por encima de cierta temperatura se generaban compuestos dañinos. Sin embargo, hasta hoy, la ciencia moderna no ha comprobado que eso ocurra en condiciones normales de uso. Lo que sí se sabe es que, al calentarla mucho, puede degradarse y perder parte de sus beneficios nutricionales, pero no se convierte en veneno.

Un punto importante a tener en cuenta es la temperatura. Si se calienta suavemente, por ejemplo, poniéndola al baño María o con agua tibia, no hay ningún problema. Esa es, de hecho, la forma recomendada para devolverle su estado líquido si se ha cristalizado, algo que ocurre naturalmente con el tiempo y que no afecta su calidad. Ahora bien, si se la expone a temperaturas muy altas, como cuando se la hierve o se la cocina directamente a fuego fuerte, ahí sí puede perder parte de sus cualidades. Pero incluso en esos casos, sigue siendo segura para el consumo.

Lo que sí puede ocurrir, en situaciones de calor extremo y prolongado, es la formación de una sustancia llamada hidroximetilfurfural, o HMF, que aparece cuando los azúcares se descomponen por efecto del calor. Esta sustancia está presente en muchos alimentos procesados y, en grandes cantidades, puede ser perjudicial. Sin embargo, para que eso ocurra con la miel, habría que someterla a temperaturas muy altas durante mucho tiempo, algo que no sucede en un uso cotidiano. Además, los niveles de HMF en los productos que consumimos están regulados y controlados, especialmente en los que se venden comercialmente.

También es importante diferenciar entre calentarla intencionalmente y exponerla al calor sin querer. Por ejemplo, dejar un frasco al sol o cerca de una fuente de calor durante días puede afectar su calidad. Por eso siempre se recomienda guardarla en un lugar fresco, seco y oscuro, lejos de la cocina o de la heladera. No necesita refrigeración, pero tampoco le hace bien el calor constante.

En la cocina, es común usarla en recetas que requieren calor, como panes, salsas o postres. En esos casos, se la calienta como parte del proceso, y si bien pierde parte de sus propiedades crudas, sigue aportando sabor y textura. No hay ningún riesgo en consumirla así, siempre que se use con sentido común. Tampoco hay problema en agregar una cucharadita a una infusión caliente, como un té o un mate cocido.

Lo ideal es esperar unos minutos a que la bebida no esté hirviendo, para conservar mejor sus propiedades, pero si la agregás enseguida, no te estás envenenando ni mucho menos.

En resumen, calentarla no la vuelve tóxica. Puede perder parte de sus beneficios si se la expone a temperaturas muy altas, pero sigue siendo un alimento seguro y natural. Como con todo, el equilibrio y el buen uso son clave. Si querés aprovecharla al máximo, usala en crudo cuando puedas, pero no te preocupes si la usás en la cocina o en bebidas calientes. Lo importante es saber qué pasa realmente y no dejarse llevar por mitos que generan miedo sin fundamento.

Así que la próxima vez que veas que tu frasco se cristalizó, no dudes en calentarlo suavemente para que vuelva a su estado líquido. Y si te gusta endulzar tu desayuno caliente, hacelo con tranquilidad. La clave está en informarse, cuidar lo que consumimos y disfrutar de los alimentos naturales con confianza.


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